Bendiciones, comenzamos una semana llena de bendiciones, estaremos tratando una de las disciplinas bíblicas que fortalecerán y guiaran tu vida. Hoy estaremos hablando acerca de la oración de súplica o petición.
Versículo del día: Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. Mateo 21:22.
Meta: Aprender a presentar nuestras peticiones y súplicas a Dios con el corazón correcto.
Reflexiona:
Estoy segura de que muchos de ustedes han ido a la presencia de Dios en oración con el objetivo de presentar una petición, un anhelo o una situación determinada. Cada vez que una persona hace una oración, hace un ruego, esa persona espera una respuesta. En la biblia hay una mujer muy conocida llamada Ana. En esta ocasión hablaremos de ella como referente para este tema.
La oración es la llave que abre todas las puertas.
Según el libro de 1 Samuel 1, había un hombre llamado Elcana que tenía dos mujeres, una era Penina y la otra era Ana. Y Penina tenía hijos, más Ana no los tenía. Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte. Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.
Aquí vemos a un hombre que tenía dos esposas en aquel tiempo esto era permitido, pero dice la biblia que Penina tenía hijos e hijas y Ana no tenía hijos. Pero a pesar de que ella no tenía hijos, ella era la esposa que Elcana amaba. Esto me recuerda a Jacob que tenía también dos esposas, Lea que tenía muchos hijos y Raquel que era estéril, pero Raquel era la que Jacob más amaba. Aquí vemos dos mujeres estériles. Dos mujeres que al parecer no podían tener hijos, pero que en el futuro iban a ser las que traerían a grandes hombres de Dios al mundo. La palabra estéril significa algo infructuoso, también hace referencia a algo que es inútil, esto quiere decir, que no sirve. Es decir, que Ana, cuyo nombre significa llena de gracia, no podía en ese momento ser de utilidad, no podía dar frutos.
La esterilidad comporta un gran sufrimiento y una gran vergüenza, es vivida como una desobediencia al mandato de Dios: «Sed fecundos y multiplicaos» Es decir, que Ana vivía una vida llena de vergüenza, llena de sufrimiento. Y no solo eso, sino que Penina, su rival, la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía. Entonces, vemos a una mujer que es amada por su marido, pero no puede cumplir con ese mandato de multiplicarse y dar fruto que puso el Señor en un principio, además, se sentía triste, inútil y llena de vergüenza, Ana estaba siendo humillada, estaba siendo zarandeada por Penina. Día tras día, Penina la irritaba, la enojaba y la entristecía por el simple hecho de que no podía tener hijos.
Yo no conozco tu situación, pero si te encuentras como Ana en un estado de esterilidad, si piensas o crees que eres inútil, porque aparentemente no puedes dar frutos, o porque no puedes hacer lo que hacen los demás, o porque no haces lo que se espera de ti y por eso te consideran infértil, porque no estás en la misma posición que otros, o no puedes dar aquello que otros esperan de ti no te sientas mal. Ya no escuches la voz de Penina, ya no te enojes con Dios porque no entiendes sus planes o porque no entiendes tu proceso. Ana no entendía que Penina en su vida era necesario.
Al principio Ana le prestó atención a Penina y ella se quedaba tan triste que ni quería comer. Hay momentos en nuestra vida en los cuales tiene que aparecer una Penina para ayudarnos a sacar aquello que llevamos dentro, Penina significa piedra preciosa. Pero aunque ella tenía hijos, y era lo que todos en ese momento consideraban una persona fructífera y bendecida por sus hijos, Ana era la que estaba llena de gracia, ella era la esposa amada.
Muchos podrán decir que tú no eres, que tú no tienes valor por el simple hecho de que no pueden ver aquello que Dios depositó en ti. Pero era necesario que una Penina molestara a Ana para que Ana por fin se dispusiera a orar y pedirle al Señor en ruego y suplica su bendición. A veces esperamos bendiciones de Dios, pero no hacemos la parte que nos corresponde. Queremos muchas veces que las cosas vengan de manera fácil.
Hasta que Ana no entendió el papel de Penina ella continuaba triste, enojada, y atribulada. Pero cuando Ana entendió que Penina era la persona que la impulsaría a ir a la presencia de Dios y pedir a Dios de la forma correcta, su vida de oración cambiaría. Si tienes una Penina en tu vida, agradécele, porque es la persona que te impulsará a ser determinado, te llevará a buscar más a Dios en oración, te llevará a ser efectivo en tus peticiones.
Pero si entiendes que Penina es solo una mala persona que solo vive molestando, pues no podrás avanzar mucho. Porque Ana siempre iba todos los años con su marido a presentar el sacrificio, pero ella se quedaba afuera y no comía, escuchaba las voces de Penina y se quedaba atribulada. Pero no fue cuando Ana vio a Penina con otros ojos que las cosas en su vida cambiaron. Reconoció que para obtener el milagro ella no solo necesitaba pedir a Dios un día y ya sino, que debía hacerlo con un corazón correcto.
Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
Ana deseaba un hijo, Elcana su esposo también, pero aún sin hijos amaba a Ana. Pero aquí hay un tema que quiero aclarar. Ana quería un hijo, pero Ana estaba pidiendo de la forma incorrecta. La biblia dice en Santiago, piden y no reciben, porque piden con malos propósitos para gastarlo en sus placeres. Ana quería un hijo para exhibirlo, ella quería demostrarle a Penina que ella sí podía tener hijos, que ella también era capaz de hacer feliz a su esposo teniendo muchos hijos. Esto le pasó a Lea, ella tuvo hijos con Jacob, pero eso no era suficiente para que Jacob la amará tanto como a Raquel, su hermana, que no podía tener hijos.
Cuando pedimos es con un propósito, pero si ese propósito está desviado de la voluntad de Dios, pues no obtendremos lo que pedimos. Siempre que vayamos en oración a pedir algo a Dios, debemos ser conscientes de cuál es el propósito, porque cuando pedimos para complacer nuestros deseos, y no ponemos la voluntad de Dios por encima de nuestros deseos, no importa cuánta fe, tengamos, no importa cuánta constancia tengamos, no recibiremos lo que estamos pidiendo por qué estamos pidiendo mal; no es que Dios sea malo y no quisiera contestar tu oración, no es que Dios favoreció a Penina y a Ana no, la cuestión es que Ana pedía de forma equivocada.
Pero una vez que Ana entendió cómo debía de pedir a Dios, se dio cuenta de que ella no tenía que impresionar a su marido, ni demostrarle nada a Penina. Ella fue delante de Dios y oró: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía. Ana por primera vez fue delante de Dios, con un deseo y un corazón correcto delante de Dios.
Ella puso la voluntad de Dios por encima de todo. Y entendió que su hijo no era para complacerla a ella, porque eso era lo que ella esperaba, sino que lo dedicó a Dios, porque Samuel le pertenecía a Dios, Samuel no sería cualquier niño, no sería uno más. Ana entendió el propósito de Dios con Samuel, sabía que la había escogido para traer un gran hombre de Dios al mundo y Dios pronto le concedió la petición.
Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Por eso Ana lo entregó a Jehová porque sabía que ese niño sería de Jehová y ella entendió que Samuel sería lo que Dios quería, que fuera un profeta, un sacerdote y juez, no simplemente Samuel el hijo de Ana, la que era estéril.
Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová. Después Dios la bendijo con más hijos y ellos fueron su mayor alegría y ya no le importaba lo que Penina pensara, pues ya ella era bendecida por Dios.
Si tienes una petición como Ana, preséntasela a Dios, con un corazón correcto, reconociendo su voluntad por encima de tus propios deseos.
Ora: Señor, perdóname, porque sé que como Ana muchas veces he pedido para demostrar mi valía, sé que he pedido para complacer mis placeres y no he pedido para que tu voluntad se establezca en mi vida.
Agradece.
¿Por qué estás agradecido? Hoy doy gracias a Dios porque de ahora en adelante empezaré a pedir de la manera correcta, no para complacer mis deseos, sino para agradarle a él. Porque sé que todo lo que pida orando y con fe, lo recibiré.