1 Samuel 16:6-7
Hoy hablaremos de una historia que me gusta mucho. Además, tocaremos un tema que está en todas partes. Y es el tema de la apariencia.
La apariencia es una característica o conjunto de características que parece poseer una persona o cosa, pero que en realidad no tiene.
En el libro de 1 Samuel 16:6:1. El Señor le dijo a Samuel: —¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos.
El Señor vio que el profeta Samuel se sentía triste porque Dios había rechazado a Saúl como rey de Israel. Pero Dios le dijo a Samuel, no llores más, porque sabes que yo lo he rechazado. Ponte en pie y ve hacia Belén, a la casa de Isaí porque uno de sus hijos será el próximo rey de Israel.
Samuel estaba preocupado porque si Saúl se enteraba de que él iba a ungir al próximo rey, “me mataría”. Y Dios le dio unas indicaciones y le mostró cómo debía de hacerlo. Invita a Isaí al sacrificio, y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga. Dios le dijo a Samuel vete a Belén y unge a uno de los hijos de Isaí, pero no ungirás a cualquiera, ungirás al que yo te diga.
Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «Sin duda que este es el ungido del Señor». Pero el Señor le dijo a Samuel: —No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.
Saúl cuando llegó a la casa de Isaí, se fijó en Eliab, el hermano mayor de David. Pero Dios tuvo que recordarle lo que le había dicho en un principio. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón. Lo primero que hizo Samuel fue mirar lo que estaba delante de él, pero no miró más allá de su visión limitada. Él no conocía a ninguno de ellos, así que se llevó de la primera impresión de todos los hijos de Elí. Puso sus ojos en su aspecto físico, así como Samuel, nosotros miramos las cosas para ver si están en buen estado y luego consideramos si tiene valor o no para nosotros.
La apariencia no define quien eres. Eliab era fuerte, aparentemente el elegido por Dios, pero era rechazado por Dios porque no tenía un corazón agradable a él. David era rechazado por su propia familia, era de bellos ojos, pequeño de estatura, era rubio, pero era un hombre de carácter, procesado, adorador, obediente, conforme al corazón de Dios.
Dios deja bien claro en esta palabra, que tu visión y la de Dios no son la misma. Gedeón se veía débil, pequeño e insignificante. Pero Dios veía un guerrero, un libertador y un hombre valiente
Dios rechaza la apariencia, lo físico, lo que al hombre le atrae, Dios no mira la envoltura, él mira el contenido, lo que hay dentro, lo que no se ve a simple vista. El Señor mira el corazón. Dice la biblia que del corazón habla la boca, de él mana la vida, allí están tus intenciones, lo que realmente es verdadero.
Después de esta conversación entre Dios y Samuel, y de pasar una larga lista de chicos que eran hijos de Isai, eran aparentemente los elegidos, los guerreros, los que las personas admiraban, pero ninguno de estos había escogido Dios. Entonces Samuel preguntó: —¿Son estos todos los hijos que tienes? —Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. —Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue.
Samuel se dio cuenta de que lo que el hombre había aprobado por su apariencia, por su inteligencia y destreza, Dios lo había rechazado. Porque aunque todos eran buenos, y guerreros, no tenían el corazón, el carácter que Dios buscaba. Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el Señor dijo: —Este es, úngelo. Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.
Dios está diciendo Samuel, no te guíes por lo que te dictan tus ojos. Tú solo puedes ver lo que está por fuera, lo superficial, la envoltura, la portada. Pero yo veo lo interno, aquello que no alcanzas ver con tus ojos, veo el contenido, lo que tú no puedes ver por dentro de una persona.
Tus ojos solo llegan a lo mínimo que es el físico, que es lo que está delante, que es lo que se presenta en el momento, la dificultad, el proceso, el dolor. Pero no ves lo que vas a adquirir en medio del proceso, la fortaleza que te daré en medio del dolor, no ves más allá de lo que tus ojos naturales te pueden dictar.
Seguramente David estaba en el campo cuidando las ovejas y estaba como todos los días velando por la seguridad de sus ovejas, y de pronto alguien llega y le dice David, ven que el profeta Samúel está aquí en la casa y ha mandado a llamarte porque te va a ungir como rey de Israel. Yo me imagino la impresión de David, la alegría, tal vez la emoción, tal vez quería darse un baño y cambiarse, pero no había tiempo, así que me imagino que se fue así.
Aquel que era rechazado por sus propios hermanos, aquel joven que amaba a Dios y adoraba en el campo junto a las ovejas, ahora iba a ser ungido como rey. Nadie se esperaba que un simple pastor de ovejas pueda liderar a todo un pueblo. Samuel le dijo a Isaí manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue. David fue honrado delante de sus hermanos. Tal vez esta era la primera vez que David iba a sentarse a comer en la misma mesa que sus hermanos. Dios le preparó un banquete en presencia de sus enemigos, de las personas que lo rechazaban.
No conozco tu situación, pero si has sido rechazado por tu familia, amigos o por tu propia iglesia, hoy quiero decirte que Dios mira lo que hay en tu corazón. No importa cuanto las personas te rechacen, Dios mira tu corazón. Sé que suena fácil decirlo, pero te lo digo porque sé lo que es ser rechazada. Y porque he pasado por eso es que te puedo hablar con sabiduría y con la experiencia.
Dios mira el corazón, Dios no juzga como lo hace el hombre. Dios llega donde el hombre no puede llegar. Dios ve lo que el hombre no puede ver. Para poder mirar el corazón de una persona necesitamos tener discernimiento de espíritu. Dice la biblia que el Espíritu escudriña el corazón de Dios y el corazón del hombre. Así que hoy yo puedo fijarme en la apariencia como lo hizo Samuel, pero la diferencia conmigo y Dios es que Dios siempre va a ir más allá. Dios ve tu corazón porque ahí es que se almacena todos tus sentimientos, y emociones. Pues el corazón revela la esencia de una persona.
El Espíritu Santo de Dios conoce el corazón de todos. Y puede leer tus pensamientos. Te lo digo por experiencia, en una ocasión el Espíritu Santo me mostró que él puede ver mis intenciones, que aunque yo diga te amo Señor, aunque yo aparentemente esté sirviendo a Dios, este haciendo cosas para Dios, él conoce el estado de mi corazón.
Dios me hizo ver que él conoce todos mis pensamientos, y me hizo entender que aunque nosotros digamos que amamos a Dios, o que nosotros digamos estar bien, aunque rechacemos a la única persona que te puede ayudar, a la única persona que te conoce y te acepta aún con todos tus fallos, él nos conoce. Dios me hizo ver que él escudriña no solo mis pensamientos, sino que él sabe realmente cuando yo amo a Dios, no por lo que digo, sino por lo que hay en mi interior. Dios sabe cuando tenemos el deseo, la disposición de buscarlo y cuando no.
A veces reímos, nos sentimos aparentemente feliz con lo que tenemos, con lo que somos, y creemos que no necesitamos a Dios, pero todo el mundo necesita a Dios, todos necesitamos ese amor que sobrepasa todo entendimiento. Muchas veces fingimos lo que no somos para agradar a otros, aparentamos estar bien, cuando estamos dañados en nuestro interior. Reímos por fuera cuando lo que en realidad queremos es llorar, porque nos sentimos tristes por dentro. Dios me hizo entender que para él no hay nada oculto, que para él no hay sorpresas, porque él conoce todas nuestras intenciones.
Hoy te invito a reconocer a Dios en tu vida como tu Señor y salvador, te invito a buscar más de su amor, a encontrar tu identidad en Dios. El Espíritu Santo es un amigo, es nuestro consuelo, es la única persona en todo el mundo que se quedan cuando todos se alejan. Es la persona que siempre está a tu lado aun cuando no lo puedes ver, aunque muchas veces lo hemos ignorado. Dios no puede negarse a sí mismo, Dios es fiel, Dios no cambia de parecer como nosotros. Dios es el mismo siempre y promete estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Aunque todos te rechacen, Dios no te rechaza, aunque los demás te menosprecien, Dios no te menosprecia porque “Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos”. Dios escogió lo despreciado por el mundo, lo que se considera como nada y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante.
Recuerda: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.