LA PALABRA DE DIOS ES LUZ: EL DISCERNIMIENTO Y LA VOZ DE DIOS

Bendiciones, el día de hoy veremos cómo discernir y escuchar la voz de Dios. Estoy feliz, porque estaremos desarrollando un tema muy importante. Hoy los llevaré por diversos pasajes, y les mostraré algunas imágenes que nos ayudarán a entender a profundidad este tema.

Versículo del día: Lamentaciones 3:23 (NTV) Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.

Meta: Discernir la voz de Dios.

Reflexiona.

Muchos de nosotros hemos deseado escuchar la voz del Señor audible. Recuerdo que una vez en oración le pedí a Dios que me permitiera oír su voz, ya que quería saber lo que se sentía al oír su voz, porque no es algo usual. Pero entendí que Jesús siempre de alguna u otra forma vive hablándonos, puede ser que Dios no se te revele de modo audible, pero sí te habla a través de sus escrituras, por medio de una persona, de la naturaleza, de un acontecimiento y hasta en el silencio.

Si eres como yo y has querido escuchar la voz audible del Señor, pues te daré un consejo. Primero tienes que aprender a ser paciente: debes callar tu mente y tus emociones; es difícil, pero no es imposible. Además, necesitarás prestar atención a todas las cosas. A veces nos quejamos con Dios y le decimos: ¡es que tú no me hablas! Pero la verdad es que nuestro Padre se ha pasado la mañana entera, llamando nuestra atención y no nos damos cuenta. Ya sea con esa persona que nos ha pedido ayuda, nos habla con el molesto compañero de trabajo, con las circunstancias difíciles que atravesamos en el día, y hasta con la misma creación. Dios no se cansa de hablarnos, pero el problema reside en que nosotros no estamos atentos a su voz, porque nos distraemos, y no nos damos cuenta cuando él se dirige a nosotros.

¿Por qué no escuchamos a Dios? La cuestión no es que Dios no desee comunicarse con nosotros. Si quieres escuchar a Dios, debes prestar atención, debes prestar tu odio, y ser intencional en tu relación con él. En primer lugar, no escuchamos a Dios ya que no estamos escuchando su voz. Es decir, no obedecemos ni prestemos atención cuando él se dirige a nosotros. En segundo lugar, no sabemos discernir su voz. Cuando no conoces a una persona, te confundes y no te acuerdas de su voz. Lo mismo pasa con Dios. Como no sacamos tiempo para estar con él, no reconocemos cuándo él se dirige a nosotros. En tercer lugar, nuestra atención no está centrada en él, estamos sumergidos en tantas cosas, en las circunstancias, en los afanes de la vida que no tenemos tiempo para estar en silencio y escuchar a Jesús.

Alguna vez te has preguntado: ¿Puedo oír la voz de Dios con mis sentidos naturales? Muchos podemos pensar que sí es posible discernir al Señor por medio de nuestro cuerpo, pero es muy difícil escuchar a Jesús en la carne, porque el espíritu y la carne son contrarios, una persona que está en la carne no está conectada con Dios. También podemos pensar si es posible discernir a Jesús por medio de nuestros sentimientos. Es muy difícil escuchar a Dios por medio de nuestros sentimientos, porque la emotividad es momentánea y no es fiable, además dice la biblia que el corazón es engañoso. Pero sí es verdad que Dios en muchas ocasiones habla a nuestra alma.

Entonces, ¿cómo podemos discernir a Dios? La manera más fiable de escuchar al Señor es por medio de nuestro espíritu. El espíritu es el soplo de Dios, es decir, que como pertenece al Padre, este puede discernir, descodificar e interpretar la voz de nuestro Señor y por medio de nuestros sentidos, pensamientos e impresiones podemos escuchar a su voz. Jesús dijo una vez: Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Juan 1:27 (NVI). Entonces, para distinguir si es el Señor quien nos habla, debemos ser sus ovejas, porque las ovejas solo escuchan a su pastor. Es increíble, puedes hacer cualquier cosa para llamar la atención de una oveja y guiarla hacia ti, pero ella solo sigue a quien conoce. Escucha esa voz dulce y delicada que las hace sentir seguras y amadas, esa es la voz de su pastor. Y ese pastor también es el tuyo; su nombre es Jesús.

¿Características de la voz de Dios? La Biblia dice: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos. Hebreos 4:12 (RVR1960). La palabra es viva, y transmite energía. La voz de Dios corta en ambas direcciones; hacia el que habla, y hacia el que está escuchando. La palabra de Dios puede llegar hasta lo más profundo de nuestro ser. Así que podemos decir que la voz de Dios no tiene barreras, ella vivifica todo nuestro ser, y puede conocer aquello que está oculto en nuestros pensamientos y llegar a conocer las intenciones de nuestro corazón.

La voz de Dios puede manifestarse de diferentes formas, muchos han escuchado su voz en forma de trompeta, truenos, otros han podido sentir una voz dulce y familiar. Para ilustrar esto quiero mencionar una persona en la biblia que ejemplifica muy bien lo que quiero explicar acerca de cómo discernir la voz de Dios. Y es el caso del profeta Elías.

El Señor le dijo: —Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el Señor pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Pasado el terremoto hubo un incendio, pero el Señor no estaba en el incendio. Y después del incendio hubo un suave susurro. Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su manto, salió y se paró a la entrada de la cueva. Entonces una voz le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías? 1 Reyes 19:11-13 (RVR1960).

Elías estaba pasando por un tiempo difícil en su vida, tenía una amenaza de muerte de Jezabel. Aunque sentía temor y en un momento se escondió, no había olvidado cómo discernir la voz de Dios. A veces Jehová te llama al pie del monte como a Elías, y permite que venga un viento fuerte, un terremoto, un incendio, hasta llegar al silbo apacible para entrenarte. Este hombre ya había visto la manifestación del fuego, pero Elías tenía tal discernimiento que sabía que el Señor no estaba en el fuego.

Muchos de nosotros nos acostumbramos a una sola manifestación de Dios, y pensamos que podemos comunicarnos con él de una sola manera. Creemos que si no es en el fuego, Jehová no está, pero si queremos escucharlo a él, nuestro espíritu tiene que ser moldeado, tenemos que discernir en qué manifestación se encuentra el Señor.

Jesús no es como los humanos, puesto que nos acostumbramos a encontrarlo de una forma fácil, nos adaptamos y somos resistentes a lo nuevo, pero el Señor es diferente. Dios tiene múltiples formas de manifestarse, de mostrarse. Cristo te puede hablar hoy por medio de un sueño, y mañana hablarte a través de un niño o un joven, pero a veces nos acostumbramos a escuchar su voz de un modo determinado, y cuando Jesús nos habla de un modo distinto, no lo sabemos reconocer. Y el conformismo va a ser uno de los impedimentos que encontramos cuando queramos profundizar en él y conocer su voz.

El profeta Elías, mientras pasaba el viento, el terremoto y el fuego, se quedó en silencio y no salió de la cueva, pero cuando escuchó el susurro, se cubrió la cara con el manto y salió a la entrada de la cueva. Elías tenía discernimiento; muchos de nosotros no podemos reconocer a Dios, porque no tenemos discernimiento, porque nuestros sentidos espirituales están dormidos.

¿Cómo escuchar la voz de Dios cuando oramos?

A veces oramos y no obtenemos respuesta en la oración por algo muy sencillo, ya que no sabemos esperar. No tomamos un tiempo para escuchar lo que Dios tiene que decirnos. Si nosotros hablamos constantemente y no le damos oportunidad a que el Señor nos hable, nunca podremos escucharle. Jesús es muy respetuoso y no te hablará si tú no le das la oportunidad.

Procura empezar a tener una relación con Jesús, él tiene todo el tiempo para escucharte, pero nosotros no nos tomamos un tiempo para escuchar lo que él tiene que decirnos. Y lo que muchas veces pasa es que Dios nos oye hablando solos, y en ocasiones, él quiere aconsejarnos e intervenir en lo que se supone que es una conversación, pero no lo dejamos, no hacemos silencio y no esperamos su respuesta. Al parecer se nos olvida que Dios también es una persona.

En lo personal, a mí no me gusta conversar con una gente que platica solo, porque te llama y te dice, vamos a hablar y te empieza a decir cosas y en ningún momento te da la oportunidad de compartir ni siquiera un comentario. Yo prefiero no conversar con esas personas, porque me hace sentir mal, me hace sentir que no soy útil, que no soy lo suficientemente capaz de aportar en algo. Y esta persona muchas veces somos nosotros cuando vamos en oración a Dios.

Es decir, que el Señor no nos suele interrumpir cuando oramos, sino que espera que le demos la oportunidad para conversar, pero muchas veces, cuando ya hemos terminado de orar y Dios quiere hablarnos, nos dormimos, o nos vamos y empezamos a prestarle atención a otras cosas.

Por otra parte, no podemos escuchar a Dios porque, además de ser impacientes, no acostumbramos a tener una comunión, una relación con él. Solemos hacer todo solos, oramos solos, y muchas veces, nos respondemos a nosotros mismos. Toma un tiempo y quédate solo, donde no haya distracciones, y entra en quietud y espera, y escucha lo que Jesús tiene que decirte. Suele pasar que, en vez de orar con Dios, oramos solos, porque nunca le dimos la oportunidad para que él hable.

Hoy quiero que te quedes con esta palabra, no nos acostumbremos a una sola manifestación del Señor. Toma un tiempo para silenciar todos tus pensamientos y escúchalo lo que él tiene que decirte.

Ora: Padre, permíteme discernir tu voz. Ayúdame a distinguir cuando estás llamando mi atención, enséñame a reconocerte en todas tus manifestaciones.

¿Por qué estás agradecido? Gracias por hablar conmigo, por hacerme oír tu voz cada día. Te agradezco, porque tus misericordias son nuevas cada mañana.

Gracias por acompañarnos, nos vemos en un próximo devocional.

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