¡Bendiciones a todos! En nuestro segundo día de devocional sobre “El Poder de Nuestras Palabras”, profundizaremos en cómo nuestras palabras pueden ser herramientas de bendición o de maldición en nuestras vidas y en las vidas de los demás.
Versículo del día: El poder de la vida y la muerte está en tu lengua. Proverbios 18:21.
Meta: Medir nuestras palabras, que cada palabra que salga de mi boca sea de bendición.
Reflexiona.
La palabra bendecir significa: Invocar en favor de alguien o de algo la bendición divina. La palabra maldecir significa: echar maldiciones contra alguien o algo. Es decir, que podemos “bendecir” hablar bien de alguien o algo, o “maldecir”, hablar mal de alguien o algo.
Nosotros podemos reconocer rápidamente cuando estamos siendo bendecidos por los demás o cuando bendecimos a otros. Frases como: Dios te bendiga, Dios te guarde, que el Señor te lo multiplique, que la paz de Dios sea contigo o cuando alguien te desea salud, prosperidad, el bien, la gracia y misericordia de Dios, esa persona te está bendiciendo. Pero muchas veces nosotros no somos conscientes cuando estamos maldiciendo alguien, o cuando somos maldecidos, porque esas palabras no llevan la frase te maldigo, pero expresiones como: ojalá que le vaya mal en el trabajo, tú no sirves, tú no tienes futuro, tú no entiendes, eres un inútil, tú no escuchas, tú no cambias, ojalá que se muera son palabras de maldición. Y Cuando le profetizamos o le deseamos el mal a alguien, una enfermedad o pobreza, estamos lanzando maldiciones contra esa persona. Porque estamos llamando desgracia o un mal a la vida de esa persona.
Muchas veces no somos conscientes que nuestras palabras tienen poder, hemos sido creados, con la imagen y semejanza de Dios. En el principio el Señor, con su voz, creó el mundo, él solo tuvo que decir una palabra para crear y las cosas que hoy vemos fueron hechas, y aunque nosotros no nos demos cuenta, tenemos ese poder, de crear o destruir con nuestras palabras.
El poder de la vida y la muerte está en tu lengua. Para nosotros tener éxito, para que nos vaya bien en algún trabajo o alguna cosa que nos importa, debemos proclamar que aquel trabajo que aquella cosa será efectivo y será bueno.
Si nosotros día a día proclamamos que todo lo que produzcan nuestras manos será bueno, pues te aseguro, que todo lo que hagas con tus manos será bueno, será de bendición. Pero cuando tú vives proclamando que te va a ir mal en el trabajo, cuando cada día, salen palabras negativas de tu boca, tu mismo estás llamando a que esas maldiciones vengan a tu vida, y te aseguro que de tanto repetir esas palabras empezarás a hacer cosas que producirán que te vaya mal, porque aunque quieras hacer las cosas bien, al final del día te pasará aquello que el día entero proclamaste.
En psicología existe algo que se llama la profecía autocumplida, es una predicción, es un sesgo cognitivo, en el cual según las expectativas que tenemos sobre la ocurrencia de un determinado suceso, realizaremos determinadas acciones que favorecen la ocurrencia del mismo. Por ejemplo: cuando creemos que nos vamos a caer y, finalmente, nos caemos. Cuando creemos que nos irá mal en un examen y nos va mal.
El poder de la vida y la muerte está en tu lengua.
Entonces, debemos tomar conciencia de que nuestra boca tiene poder, por eso no podemos hablar a la ligera, no podemos decir, todo lo que viene a nuestra mente. Tampoco podemos vivir una vida proclamando, enfermedades: hay personas que nadie les puede decir que le duele o molesta algo, porque siempre dicen eso es que tienes tal enfermedad, eso es que tienes artritis, cáncer, y siempre viven proclamando enfermedad sobre los demás.
También, hay personas que cada vez que salen a la calle siempre piensan que le van a robar, aquella persona con su boca está provocando que un día le roben. Hay muchas personas que siempre están declarando muerte sobre una persona e incluso sobre los hijos, madres y padres que cada vez que ven a sus hijos le dicen un día te vas a morir de esto, deja hacer tal cosa… Además, hay madres, hermanos, tíos, y familiares que siempre proclaman locura sobre sus hijos: te vas a volver loco, haciendo esto, haciendo aquello y tantas cosas que llamamos a nuestra vida con el simple hecho de pronunciar una palabra mal dicha, una palabra de maldición.
No todo el mundo tiene la intención de bendecirte, hay personas que sin saber y sin querer maldicen a otros porque están acostumbrados a hablar mal. Por eso debemos tomar en cuenta cada una de las palabras que los demás nos dicen, ya sean nuestros amigos, familiares, y hasta los mismos hermanos de la iglesia. Porque hay personas que no tienen dominio propio y no se han corregido, y siempre viven hablando mal, con sus palabras y deseando el mal a otros. Es decir, en todas partes encontraremos este tipo de personas, así que no aceptemos todas las palabras que nos dicen, porque hay palabras que acarrean bendiciones, pero hay palabras que acarrean maldiciones.
No podemos decir amén a todo lo que escuchamos, la biblia dice: sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal. Prestemos atención a lo que sé declara, a todo lo que se nos dice, porque podemos ser las mejores personas en lo que hacemos, pero una palabra de maldición que nosotros mismos décimos sin saber nos perjudica en todo lo que hacemos. La biblia también dice que: en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. Todos daremos cuenta a Dios de toda palabra que hemos dicho que no produjo ningún fruto. Es decir, no podemos hablar a la ligera, midamos nuestras palabras, por causa de ellas seremos juzgados, es muy fácil hablar, pero nos cuesta callar.
Sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal.
En la biblia hay una historia que refleja el poder que tienen nuestras palabras. Génesis 35:17-18. Dice: Luego de un parto muy difícil, la partera finalmente exclamó: «¡No temas; tienes otro varón!». Raquel estaba a punto de morir, pero con su último suspiro puso por nombre al niño Benoni (que significa «hijo de mi tristeza»). Sin embargo, el padre del niño lo llamó Benjamín (que significa «hijo de mi mano derecha»).
Para los judíos el nombre de una persona es muy importante porque puede definir la identidad de una persona, además de estructurar su vida e influir en su destino. Jacob sabía que ese nombre Benoni le traería tristeza y dolor durante toda la vida al niño. Raquel, sin saber estaba maldiciendo al niño, lo estaba condenando a una vida amarga, a una mala vida, ¿Qué madre va a querer que a su hijo le vaya mal en la vida? Por eso debemos cuidar lo que decimos. Le cambiaron el nombre a Benjamín: el hijo de la derecha, símbolo de la virtud, fuerza.
Recuerda. La bendición de Dios es la que añade alegría, paz, no añade tristeza. Debemos discernir todas las palabras que recibimos, aun cuando nos profetizan, porque si no tenemos el discernimiento activo nos profetizarán enfermedad, y nosotros la aceptaremos, porque no nos damos cuenta de la intención, y de las palabras que nos dicen los demás. Dios nunca querrá verte enfermo, verte en pobreza, verte destruido, así que no todo el que te dice, dice el Señor, debes escuchar, porque hay muchos que te dicen, dice el Señor tal cosa, y lo que aceptas con la palabra Amén son maldiciones, es pobreza, es muerte para tu vida y tu familia.
Debemos corregirnos a la hora de hablarle a los demás, todo lo que salga de nuestra boca debe bendecir, levantar, ayudar a otros. Bendecir es invocar la bendición divina en favor de alguien o de algo. Maldecir es echar maldiciones contra alguien o algo. Dios no quiere verte mal, cuando alguien proclama un mal para tu vida, o desea un mal para tu vida, puedes estar seguro de que no te está bendiciendo.
Ora: Señor, gracias por todo lo que nos permites aprender, te pido que me ayudes a tener conciencia de lo que declaro con mi boca, te pido que me ayudes a bendecir, a hablar bien, que en mi vocabulario no se encuentre palabras de maldición, palabras mal dichas contra mi vida y contra los demás.
¿Por qué estás agradecido? Gracias, Señor, por enseñarme a tomar conciencia del fruto de mis palabras, gracias, por hacernos a tu imagen, gracias porque tus bendiciones son nuevas cada día.
Reflexiona: ¿Cómo crees que podrías mejorar la forma en que eliges y utilizas tus palabras para impactar positivamente a quienes te rodean?
Comparte tus reflexiones y experiencias en los comentarios. ¡Estamos ansiosos por aprender juntos sobre el impacto transformador de nuestras palabras!