VIVIR EN EL ESPÍRITU

Bendiciones, hoy comenzamos una nueva serie: “Vivir en el Espíritu”. En esta primera sesión, exploraremos las cosas de las que debemos despojarnos y aquellas que debemos interiorizar en nuestras vidas para caminar en el Espíritu. “Acompáñanos” transformación y crecimiento espiritual.

Versículo del día: Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo. Efesios 4:31-32.

Meta: Despojarnos de nuestra manera antigua de vivir y empezar a vivir una vida en el Espíritu.

Reflexiona.

Hoy nos centraremos en el libro de Efesios 4:30-32. Aquí el apóstol Pablo nos insta a vivir una vida en el Espíritu y a abandonar nuestra vieja naturaleza, dice que debemos empezar a vivir de forma que agrade a Dios y dejar de hacer las cosas que hacíamos cuando no teníamos el conocimiento de Dios.

El Espíritu Santo es una persona que tiene intelecto, emociones y voluntad, se puede contristar, entristecer, mentir, y apagar en nuestras vidas.

Para vivir en el Espíritu tenemos que conocer aquello que no le agrada al Espíritu Santo de Dios, lo primero que dice Pablo es: No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención.

El Espíritu Santo es contristado con nuestras acciones, conductas y actitudes.

Existen numerosas personas que atraviesan una condición espiritual y emocional que yo llamaría enfermedades del alma. Son condiciones de nuestro corazón que afectan totalmente nuestro comportamiento y afectan a nuestra vida espiritual, pueden ser: el orgullo, la tristeza, la amargura, la ira, la mentira

Estas enfermedades pasan muchas veces desapercibidas como condiciones emocionales, pero también son espíritus que se alojan en nuestra alma. Muchos de los deseos carnales, son manifestaciones de espíritus inmundos que están atacando las vidas de las personas tanto cristianas, como no cristianas.

Debemos tener cuidado, y no permitir que nuestro corazón se dañe. A menudo enfrentamos a ataques y desconocemos lo qué está sucediendo en nuestras vidas, ya que, pasamos por alto lo que dice la palabra.

Líbrense de toda amargura

Una de las cosas que entristece al Espíritu Santo es la amargura. La palabra amargura hace referencia al sentimiento duradero de frustración, resentimiento o tristeza, especialmente por haber sufrido una desilusión o una injusticia. Cuando en nuestro corazón hay amargura, lo reflejaremos por medio de palabras ofensivas, por medio del rencor y de la tristeza.

Cuando una persona está herida por más que intente disimularlo, no podrá hacerlo porque solo damos de lo que estamos llenos.

Hebreos 12:15. Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos.

La amargura es un sentimiento muy peligroso porque no solo te daña a ti por dentro, sino que eso crece, y se reproduce, es decir, contamina y envenena a otros. La amargura es como un veneno que daña a todo aquel que tiene cerca. Y por causa de ella podemos perder el favor de Dios en nuestras vidas.

Librense de toda furia, enojo y palabras ásperas.

Lo segundo que contrista al Espíritu Santo es la furia, el enojo y las palabras ásperas. La biblia ya nos habla, en versículos anteriores, que no debemos dejarnos dominar por el enojo, podemos airarnos, pero no pecar, porque le damos lugar al diablo. En otras palabras, la ira, y el enojo deben ser medidos, porque todo en exceso es dañino.

Es normal, enojarse, molestarse, pero pasa a ser perjudicial cuando pasa de una molestia a una agresividad incontrolable. La furia es un enojo violento que se manifiesta con gritos y gestos agitados.

A menudo creemos que eso es normal, que eso no es nada, pero cuando comenzamos a gritar, a golpear objetos, a arrojar cosas sin control, ya no es normal. Estas son conductas aprendidas que perpetuamos permitiendo que los espíritus del mal dominen esa zona no laborada por Dios y comenzamos a convertirnos en instrumentos de devastación.

Es necesario, aprender a despojarnos de toda gritería, y aprender a responder con tonos suaves, con palabras de amor y amabilidad.

Cuando corriges a tus hijos: ¡relájate! Cuando están en una reunión de trabajo y te sientes despreciado e insultado: ¡cálmate! Cuando un conductor descuidado te cierra en la autopista: ¡tranquilízate! Cuando en el trabajo, en la escuela o la universidad un compañero es un poco grosero contigo: ¡sé amable!

Al permitir que el enojo y la ira nos dominen, estamos otorgándole al diablo la libertad de que, de algún modo, nos ponga en una situación donde nosotros, con nuestras palabras y acciones, cometamos pecado ante Dios.

Cuando somos extremadamente susceptibles a perder el control de nuestras palabras y nuestras acciones, acabamos hiriendo a los demás, sintiéndonos culpables con nosotros mismos, y entristeciendo a la persona del Espíritu Santo porque no hemos aprendido a tener dominio propio.

Líbrense de toda calumnia

La palabra calumnia hace referencia a atribuir o imputar falsamente a una persona palabras, actos o intenciones, con el fin de causarle daño o de perjudicarle.

Cuando nuestro corazón es dañado, nuestras actitudes y acciones nos llevarán a dañar a otros.

Las calumnias tienen el objetivo de dañar o perjudicar a una persona.

Imagina cuantas personas han sido difamadas, han sido acusadas y han sido rechazadas, a causa de comentarios inapropiados a causa de una palabra mal intencionada.

A pesar de que no lo notemos, las mentiras, las calumnias dañan a las personas. Lo primero que sucede cuando una persona es acusada de un acto que no realizó y no se le brinda la oportunidad de defenderse es que siente que se ha cometido una injusticia contra ella, su corazón se llena de ira, y muchas veces viene la amargura y toma el control de esa vida.

Frecuentemente, si no estamos agarrados a la palabra de Dios, podemos darle lugar a la venganza, ya que deseamos de algún modo demostrar que lo que se menciona sobre nosotros no es cierto, y terminamos dañando a otros y hundiéndonos nosotros mismos.

Por lo tanto, nuevamente debemos entender que todo lo que decimos impacta tanto a las personas que nos escuchan como a nuestras propias vidas.

Muchos matrimonios, numerosos hombres y mujeres de Dios han sido destruidos a causa de una calumnia, de un mal comentario, de una palabra mal dicha, influenciada con el fin de perjudicar, de herir y dañar su corazón.

Dice, la palabra de Dios: El Señor detesta los labios mentirosos, pero se deleita en los que dicen la verdad. Proverbios 12:15.

Debemos cuidarnos y alejarnos de toda calumnia, porque estaremos entristeciendo al Espíritu de Dios y alejándonos de Dios. Si has sido calumniado y acusado falsamente, te exhorto a que dejes esa situación o esa injusticia en manos de Dios. Tal como señala Marcos 4:22. Que todo lo secreto tarde o temprano se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos.

No tratemos de pagar mal por mal, renunciemos a toda venganza, a toda justicia humana, porque Dios conoce nuestras vidas.

Siempre, la justicia de Dios superará a la nuestra. El Señor es pausado para irritarse y está repleto de amor sin fin y perdona cualquier tipo de pecado y rebelión; sin embargo, no evade al culpable. Finalmente, cada individuo recibirá lo que ha sembrado.

LÍbrense de toda mala conducta

Por último, Pablo hace referencia a que debemos alejarnos de toda mala conducta. En resumen, el comportamiento inapropiado, abarca todo lo demás que sea ilícito o indebido para un hijo de Dios.

Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4:32. El Espíritu Santo nos dice que el perdón, la compasión y la bondad deben estar presentes en nuestras vidas para poder vivir en el Espíritu.

Recuerda. Todo lo que sea bueno, todo acto de bondad, de compasión debe estar interiorizado y presente en nuestro día a día.

El perdón debe ser nuestra respuesta ante una situación desagradable, la compasión debe ser nuestra respuesta ante la situación difícil de los demás y la bondad debe estar presente en cada una de nuestras acciones.

Ora: Señor, te pido perdón, si en este día te he contristado, ayúdame a vivir una vida que te agrade, ayúdame a vivir en el Espíritu y a comenzar a dejar todo mal comportamiento. Tú conoces cada una de las cosas con las que batallo día a día, te pido que me ayudes a reconocer cuáles son mis áreas débiles para empezar a fortalecerlas.

¿Por qué estás agradecido? Gracias, Señor, por ayudarme a vivir según tu voluntad, gracias por corregirme y ayudarme a vivir la vida que te agrada.

Reflexiona. ¿Cómo puedes integrar más profundamente la bondad, la compasión y el perdón en tu vida diaria, para que se conviertan en respuestas naturales a las situaciones y personas que encuentras?

Comparte tus pensamientos y experiencias para inspirar y fortalecer a otros en su camino.

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