ANDAR POR EL ESPÍRITU.

Bendiciones, hoy continuamos nuestra serie “Vivir en el Espíritu” con nuestro segundo día devocional. Basándonos en Gálatas 5:25: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”

Versículo del día: Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. Gálatas 5:25.

Meta: Andar por el Espíritu.

Reflexiona.

Continuamos aprendiendo acerca de la vida en el Espíritu, el día de hoy nos centraremos en que debemos de hacer para andar en el Espíritu. Pablo dice en la carta de Gálatas 5. Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Con este primer punto ya podemos entender muchas casas. En otras versiones de la biblia dice: Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa. Es decir, Pablo aquí está diciendo, primero, que si somos guiados por el Espíritu Santo de Dios, ya no nos dejaremos llevar por nuestra naturaleza pecaminosa. Es decir, ya no seremos guiados, seducidos, por ella, ya no tendremos deseos de seguir lo que nos dicta la carne. Y segundo, todos nosotros tenemos una naturaleza caída, que es claramente pecaminosa. Es decir, estamos entre dos naturalezas, la vieja y la nueva naturaleza. Esto es un hecho que existe y no podemos cambiar.

Ahora, quiero que nos vayamos a lo que dice Pablo en el libro de Efesios 4: 21-24. Dice: Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de él, desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. O sea, que Pablo aquí nos está revelando lo que debemos hacer, en la biblia encontramos todas las claves para vivir en el Espíritu, solo tenemos que leerla. Si conocemos la verdad que viene de Cristo, en primer lugar, en cuanto a la pasada manera de vivir, es decir, en cuanto a tus conductas, tus actitudes y acciones que hacías cuando no conocías de Dios, despojaos del viejo hombre.

En segundo lugar, aquí nos revela que debe haber un despojo, despojarse significa quitar algo a una cosa, especialmente lo que la acompaña, adorna o cubre. O sea, que nosotros desde que nacemos estamos cubiertos por el viejo hombre, la vieja naturaleza. Es como si tuviéramos una vestimenta que nos cubre, que nos arropa. Pablo dice: quítense esa vestidura, despójense del viejo hombre que está corrompido por los deseos engañosos. Aquí la palabra me dice que debe de haber un cambio, una transición de la vieja naturaleza a la nueva, del viejo hombre al nuevo, debe de haber por tu parte un deseo, que te impulse a despojarte de todo lo que eras antes.

En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo. Ahora ya sabemos que debemos quitarnos ese viejo ropaje que nos cubría y debemos dejar que el Espíritu Santo renueve nuestros pensamientos y actitudes. Aquí no dice que somos nosotros los que nos renovaremos por fuerza humana, por los muchos sacrificios que nosotros hagamos no seremos renovados, sino por la dirección del Espíritu. Él nos conducirá y nos hará entender lo que nosotros debemos hacer y nos enseñará a renovar nuestra mente y actitudes.

Debemos vestirnos de la nueva naturaleza, es decir, siempre hace referencia a una vestimenta que nos cubre, que nos acompaña, va con nosotros a todos lados, es decir, que muchos pueden cambiar de vestimenta, yo me daré cuenta de que estás vestido con tu manera de vivir, porque si vives actuando de la misma forma que el mundo, que cuando no conocías la verdad, me daré cuenta de que llevas puesta la vieja naturaleza y que el nuevo hombre no está en ti. En cambio, la nueva naturaleza, ha sido creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo. O sea que cuando estemos vestidos de la nueva naturaleza nos pareceremos más a Dios, ya nuestras actitudes, conductas y acciones se parecerán a las de Dios y no a las del mundo y andaremos reflejando su semejanza.

Pablo también habla de cómo era nuestra vida con la vieja naturaleza en el libro de Efesios 2 aquí nos revela que Dios nos dio vida cuando todos nosotros vivíamos muertos, guiados por nuestros delitos y pecados, y nos dice también que seguíamos la corriente de este mundo que está gobernada por el príncipe de la potestad de los aires, este espíritu es el que opera en los hijos de desobediencia, en los cuales nosotros en un tiempo vivimos gobernados. Es decir, que hemos pasado de vivir en la vieja naturaleza a vivir en la nueva naturaleza. Entonces ya conocemos la clave para vivir en el Espíritu, debemos despojarnos de nuestra vida pasada. En otros tiempos todos nosotros vivimos haciendo la voluntad de la carne y de los deseos del mundo y éramos por naturaleza hijos de ira, como los demás.

Pero la buena noticia es que Dios nos dio vida, no podemos juzgar a nadie que hoy en día esté viviendo en la vieja naturaleza, la diferencia entre ellos y nosotros es que nosotros hemos decidido dejar de vivir por ella, porque a nosotros se nos ha revelado la verdad de Cristo. ¡Qué hermoso es Dios! Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Dios nos amó, aunque estábamos muertos en delitos y pecados, nos hizo resucitar con Cristo, es decir, que cuando Cristo murió, también murió nuestra vieja naturaleza pecaminosa, con él y fuimos resucitados y adoptamos una nueva vida en Cristo, fuimos limpiados y vestidos de una nueva naturaleza, del nuevo hombre y Dios nos puso en lugares celestiales, Dios aun así nos honra y nos da parte con él para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Es impresionante todo lo que Dios ha hecho por nosotros, hemos sido salvados por gracia, no por obras, ni sacrificios, así toda la gloria y el mérito pertenece a Dios. Somos hechura suya, creados para buenas obras, las cuales Dios ya preparó desde un principio para que andemos en ellas.

Volviendo a Gálatas 5:16-24. Pablo nos dice: Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa. La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. Y el Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes no son libres para llevar a cabo sus buenas intenciones, pero cuando el Espíritu los guía, ya no están obligados a cumplir la ley de Moisés.

El Espíritu y la carne son totalmente opuestos, es decir, que en nuestras vidas tenemos una lucha constante entre el Espíritu y la carne y por tal razón no podemos hacer lo que queremos. Entonces, podemos entender de esto, que a quien más alimentemos será quien gobierne nuestra vida. Si les damos permiso a nuestra carne para hacer lo que quiere, que es hacer el mal y pecar, porque la carne no quiere ni puede obedecer a Dios, seremos dominados por ella y seremos personas carnales que viviremos pecando de tal forma que desagrada a Dios, condenados a ser hijos de desobediencia y a la ira de Dios. Pero si alimentamos más al Espíritu, seremos guiados por él, viviremos en la voluntad de Dios y no tendremos deseo de dejarnos dominar, ni satisfacer los deseos de la carne. Si el Espíritu nos guía ya no tenemos que estar sujetos a la ley.

Gálatas 6:7-8. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembraré, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne, segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu, segará vida eterna. Tú decides si quieres sembrar para la carne y obtener muerte y corrupción, o sembrar para el Espíritu y cosechar vida.

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Ora: Señor, te agradecemos por todo lo que estás haciendo en nuestras vidas, gracias por cambiarnos desde adentro, ayúdame a andar por el Espíritu, hoy decido ponerme la vestidura del nuevo hombre y sembrar para el Espíritu. Ayúdame a vivir en las buenas obras que has creado para que ande en ellas.

¿Por qué estás agradecido? Gracias, por todo lo que has hecho por mí, gracias por darme vida juntamente con Cristo, gracias por amarme y gracias por darme parte contigo sentándome en lugares celestiales, gracias porque me has hecho a tu imagen y semejanza.

Recuerda. El Espíritu produce vida y paz, más la carne produce corrupción y muerte. Depende de ti a cuál de los dos decidas sembrar y en ti se manifestarán las obras de infructuosas de la carne o el fruto del Espíritu.

Considera esta poderosa verdad: lo que eliges sembrar en tu vida determinará los frutos que cosecharás. ¿Estás alimentando tu espíritu y permitiendo que el Espíritu Santo se produzca en ti vida y paz? ¿O estás dejando que las inclinaciones de la carne guían tus decisiones, llevándote a la corrupción y la muerte?

Te invitamos a reflexionar sobre esta frase y a compartir tus pensamientos y experiencias. ¿Cómo has visto manifestarse en tu vida las obras de la carne o el fruto del Espíritu en tu vida? ¿Qué cambios puedes hacer para asegurarte de que estás sembrando en el Espíritu? Comparte tus comentarios para que juntos podamos aprender y crecer.

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