Basado en los conceptos del libro “Una vida con propósito” de Rick Warren.
Bendiciones, el día de hoy hablaremos de cómo debe ser entendida nuestra vida en esta tierra.
Versículo del día: Salmos 39:4 NTV Señor, recuérdame cuán breve es mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados y que mi vida se acaba.
Meta: Recordar nuestra identidad en Dios.
Reflexiona.
En devocionales anteriores, hemos hablado de que nuestra estancia aquí en la tierra es temporal. Deseamos que no debíamos olvidarnos de que nosotros tenemos una casa, una morada en el cielo, y que todo lo que tenemos aquí en la tierra tiene fecha de vencimiento. Hoy veremos cómo nuestra vida en la tierra es una asignación temporal.
Hay dos cosas que siempre debemos recordar:
- La vida comparada con la eternidad, es extremadamente breve.
- La tierra es tan solo una residencia temporal. En otras palabras, que nosotros no podemos acomodarnos al mundo, porque estamos aquí de paso.
La biblia compara la vida con vivir en un país extranjero. Este no es tu hogar permanente o tu destino final. Estás aquí de paso, visitando la tierra. No es que estamos de vacaciones, y podemos relajarnos y vivir eternamente descansados, no, estamos aquí para cumplir una asignación y luego ir a nuestra morada eterna.
Nosotros somos solo extranjeros, peregrinos, viajeros, extraños en este mundo. Nosotros necesitamos recordar que solo somos residentes en esta tierra, pero que somos ciudadanos del cielo. Hebreos 13:14. Pues este mundo no es nuestro hogar permanente; esperamos el hogar futuro. La vida es más que unos cuantos años viviendo en la tierra. A veces nos creemos seres inmortales, pero la verdad es que en esta tierra todo tiene su tiempo, todo tiene su hora. Debemos anhelar nuestra vida en el cielo. Para muchos el cielo es un mito, pero para nosotros es una verdad que nos hace vivir de la mejor manera posible, no nos conformamos con esta vida, porque sabemos que es pasajera, que nuestra verdadera casa, nuestro hogar está allá con Cristo.
Tu identidad está en la eternidad y tu patria es el cielo. Filipenses 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; Cuando entiendes esto, dejarás de preocuparte por alcanzarlo todo, por tenerlo todo. Debemos tener cuidado cuando nosotros coqueteamos con el mundo, no podemos vivir para el mundo y vivir para Dios. Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Mateo 6:24.
Fuiste creado para cumplir nuestra asignación en la tierra.
La biblia dice: ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. Santiago 4:4. Así que si queremos hacernos amigos del mundo, nos estamos volviendo enemigos de Dios. Las personas inconstantes son aquellas que tienen su voluntad dividida. O somos amigos de Dios o somos amigos del mundo. Pero no podemos ser amigos de ambos. Cada vez que te acercas a Dios, te pareces más a él y cada vez que te relacionas con el mundo, vas adoptando sus costumbres, su lenguaje, su manera de pensar y poco a poco te vas alejando de Dios. Esta es una verdad que no puede ser cambiada, te parecerás más a quién le dediques más tiempo. Así que es fácil, si verdaderamente amas a Dios, y estás seguro de tu ciudadanía, de tu identidad, sabrás qué decisión tomar.
La Biblia dice en 2 Corintios 5:20 que somos embajadores de Cristo, y tristemente hay muchos cristianos que han traicionado a su rey y su reino. Hay personas que se han enamorado tanto de este mundo que han llegado a la conclusión de que esta tierra es su hogar por él solo hecho de vivir en ella. Hoy en día es muy fácil la vida en el mundo porque hay mucho entretenimiento, hay muchas cosas que llaman nuestra atención, pero a veces olvidamos que la vida no consiste en la búsqueda de la felicidad aquí en la tierra. La Biblia dice: así que no nos fijamos en lo visible sino en lo visible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno. 2 Corintios 4:18.
Cómo seguidores de Jesús somos tan rechazados, pasamos tanta dificultad y sufrimiento en esta estancia en la tierra, porque no somos de aquí y el mundo no amará nada que no pertenezca a él. Jesús dijo: Si el mundo los odia, recuerden que a mí me odió primero. Si pertenecieran al mundo, el mundo los amaría como a uno de los suyos, pero ustedes ya no forman parte del mundo. Yo los elegí para que salieran del mundo, por eso el mundo los odia. Juan 15:18-19.
Cuando nos enamoramos del mundo y de las cosas del mundo, dejamos de ser embajadores de Cristo y empezamos a hacer como las personas de este mundo y nuestra lealtad a Dios y nuestro propósito son cambiados. Pero la palabra nos dice en 1 Juan 2:15-17. No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre.
Juan 14:27. Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Juan 15:11. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Si buscas paz, felicidad y gozo, y no la has encontrado en el mundo, puedes estar seguro de que Jesús, puede llenar tu vida de todo eso y más. Todo lo que el mundo te da, así como viene un día se irá. Pero todo lo que Dios da, lo da abundante y es duradero.
Tendremos momentos felices en la tierra, pero no son nada comparado a los que Dios tiene para nosotros en el cielo. A los ojos de Dios, los grandes héroes de la fe no son los que han logrado prosperidad, éxito y poder en esta vida, sino aquellos que le ven como una asignación temporal y sirven fielmente, esperando su recompensa en la eternidad.
Cuando el mundo te desprecie, cuando el mundo te rechaza debes recordar que aún no has llegado a tu morada celestial. No te sientas triste, si el mundo no te recibe con los brazos abiertos hay una morada que Dios ha preparado para ti y cuando llegues a ese lugar, te esperará una gran fiesta y serás recompensado por todo lo que has hecho aquí.
Cuando la vida se pone difícil, cuando te embarga la duda o te cuestiona si vale la pena sacrificarse viviendo para Cristo, recuerda que aún no has llegado a tu casa. En el momento de la muerte no dejarás tu hogar más me irás a casa. Tu vida en la Tierra no es toda la historia de tu existencia. Debes esperar llegar al cielo para el resto de los capítulos.
¿Por qué estás agradecido? Gracias, Señor, por tu fidelidad, por llenar mi vida de gozo y paz. Gracias por ayudarme a entender, que el mundo no es mi hogar y que estás preparando un lugar para mí en tu reino.
Ora: Padre, ayúdame a ver mi vida como una asignación temporal. Te pido que cumplas tu propósito en mi vida. Y te pido que me ayudes a entender mi identidad en Cristo Jesús.
Warren, R. (2002). Una vida con propósito: ¿Para qué estoy aquí en la tierra? Editorial Vida.