Bendiciones, el día de hoy continuaremos hablando de la oración, profundizaremos en la oración de intercesión, veremos a dos hombres de Dios que en su momento fueron intercesores.
Versículo del día.
2 Timoteo 2:1. Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres.
Meta: Aprender a interceder por otros.
Reflexiona:
Aquí el Apóstol Pablo le habla a Timoteo: en primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos.
La palabra “interceder” viene del latín intercedere y significa “ponerse en medio, intervenir”. La palabra interceder significa ponerse en lugar del otro. En la biblia hay muchas personas que en determinadas ocasiones fueron intercesores, en este caso utilizaremos el ejemplo de Abraham.
En el libro de Génesis 18. El Señor se le apareció otra vez a Abraham cerca del robledo que pertenecía a Mamre. Después de haber comido, los hombres se levantaron y miraron hacia Sodoma. Cuando salieron, Abraham caminó un tramo con ellos para despedirlos. «¿Ocultaré mis planes a Abraham?—preguntó el Señor—. Pues Abraham sin duda llegará a formar una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de él.
Así que el Señor le dijo a Abraham: —He oído un gran clamor desde Sodoma y Gomorra, porque su pecado es muy grave. Bajaré para ver si sus acciones son tan perversas como he oído. Si no es así, quiero saberlo. Los otros hombres se dieron la vuelta y se dirigieron a Sodoma, pero el Señor se quedó con Abraham. El Señor ya tenía a cabo un plan de destruir la ciudad de Sodoma y Gomorra, pues su pecado ya había superado el límite, el Señor no permitiría que se siguieran corrompiendo porque eran personas perversas, pero esto no detuvo a Abraham. Él tuvo la osadía de presentarse ante el Señor y empezar a interceder por su sobrino Lot, a pesar de que Lot le había causado muchos dolores de cabeza. Abraham amaba a Lot, pues lo cuidó como un hijo.
Abraham se le acercó y dijo: —¿Destruirás tanto al justo como al malvado? Supongamos que encuentras cincuenta personas justas en la ciudad, ¿aun así la destruirás y no la perdonarás por causa de los justos? Seguro que tú no harías semejante cosa: destruir al justo junto con el malvado. ¡Pues estarías tratando al justo y al malvado exactamente de la misma manera! ¡Sin duda, tú no harías eso! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no haría lo que es correcto? Y el Señor contestó: —Si encuentro cincuenta personas justas en Sodoma, perdonaré a toda la ciudad por causa de ellos.
Y así continuó la conversación de Abraham con Dios, supongamos que hubiera solo cuarenta y cinco justos en vez de cincuenta. ¿Destruirás toda la ciudad, aunque falten cinco? Y luego continuó intercediendo por cuarenta, por treinta, por veinte, hasta llegar a diez justos.
Finalmente, Abraham dijo: —Señor, por favor, no te enojes conmigo si hablo una vez más. ¿Y si hubiera tan solo diez? Y el Señor contestó: —Entonces no la destruiré por causa de esos diez.
Abraham intercede no una ni dos veces, sino que cada vez más iba pidiendo el favor de Dios de forma continúa, es decir, que Abraham no desistió, él sabía que había pedido ya dos veces, tres veces, y tal vez pensó, ya he rogado bastante, pero seguiré insistiendo. Abraham tenía un corazón limpio, a pesar de todo lo que había pasado con su sobrino en el pasado, se puso en medio de Lot y Dios, e intervino a favor de Lot y su familia. Podemos decir, que una oración de intersección requiere de una entrega y un amor por los demás que en ocasiones no estamos dispuestos a dar.
Abraham tuvo el atrevimiento de hablar con Dios y cambiar sus planes para con Lot y su familia, puesto que Lot se encontraba en Sodoma. Muchas veces estamos como Abraham, tenemos una persona que por algún motivo está pasando por una situación difícil, ya sea de enfermedad, peligro de muerte, o una necesidad, vamos delante de Dios e intercedemos por aquella persona. Oramos como si fuéramos nosotros mismos que estuviéramos pasando su situación.
En ocasiones me ha tocado interceder por mi familia, he aprendido que debemos ser desprendidos y que en ocasiones, en vez de orar solo por mis propios deseos y planes, es necesario interceder por alguna persona que conozco que necesita la intervención de Dios en su vida. No sé si te ha pasado, pero gracias a las intercesiones que muchas personas han hecho por nosotros, hoy estamos de pie. Yo misma soy un caso, Dios ha puesto a personas a interceder por mi vida, y no es fácil ponerse en el lugar de otros, para esto necesitamos tener el amor de Dios. Porque cuando intercedes buscas el favor de alguna persona, en este caso buscas el favor y el perdón de Dios hacia esos amigos, familiares, o conocidos que necesitan que Dios cambie los planes a favor de ellos.
Además de ponerte en el lugar de otros, estás dispuesto a sacrificarte y a ponerte en la brecha en favor de aquella persona, porque estás tomando su lugar para ponerte tú, a luchar por él. Así como Abraham Moisés en muchas ocasiones fue un intercesor, pero en este caso no intercedió solo por su familia, sino que intercedió por el pueblo de Dios, por personas que no tenían nada que ver con él. No eran familia, ni amigos, pero eran parte del pueblo de Dios, y eso hacía que Moisés tuviera compasión por ellos y estuviera dispuesto a morir por causa de ellos.
No he visto una persona que intercediera con el amor y la paciencia que tenía Moisés. Pues él intercedía por el pueblo que tantos dolores de cabeza le había causado, él solo recibía quejas, amenazas, y críticas de un pueblo que era terco y necio, y Moisés, aun con todo lo que el pueblo hacía, los miraba con amor y con agrado.
Cuando iban en el desierto y el pueblo empezó a hacer un becerro para adorarlo, porque según ellos Moisés había tardado y no sabían si estaba con vida aun el siervo de Dios, el pueblo se quejó ante Aarón y además de hacer un becerro para empezar a adorarlo, no le dieron la gloria a Dios, sino que dijeron que ese era el dios que los había sacado de Egipto. Esto hizo enojar bastante a Dios. Después el Señor dijo: —He visto lo terco y rebelde que es este pueblo. Ahora quítate de en medio, para que mi ira feroz pueda encenderse contra ellos y destruirlos. Después, Moisés, haré de ti una gran nación.
Pero Moisés trató de apaciguar al Señor, su Dios, intercedió a favor del pueblo: —¡Oh Señor!—le dijo—, ¿por qué estás tan enojado con tu propio pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto con tan gran poder y mano fuerte? ¿Por qué dejar que los egipcios digan: “Su Dios los rescató con la mala intención de matarlos en los montes y borrarlos de la faz de la tierra”? Abandona tu ira feroz; ¡cambia de parecer en cuanto a ese terrible desastre con el que amenazas a tu pueblo! Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. Tú mismo te comprometiste con ellos bajo juramento, diciendo: “Haré que sus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo, y entregaré a sus descendientes toda esta tierra que prometí darles, y ellos la poseerán para siempre”.
Moisés le hizo ver a Dios que a pesar de todo lo que había hecho el pueblo y a pesar de su duro corazón, debían ser perdonados, y le hizo recordar la promesa que él mismo le hizo a Abraham, que por medio de él y su familia bendecirá toda la tierra y que esa nación que él pensaba destruir, era aquella nación que él le había prometido a Abraham. Entonces el Señor cambió de parecer en cuanto al terrible desastre con que había amenazado destruir a su pueblo.
No todos somos capaces de ponernos en el lugar de los demás, pero Moisés intercedió por el pueblo de Dios muchas veces. Así que al igual que Moisés, podemos obtener el favor de Dios para con nosotros y cambiar la vida de una persona. Dios es capaz de cambiar la vida de las personas, por más pecadoras que hayan sido. Dios es justo y no tendrá por inocente al culpable, pero tenemos la seguridad de que no contenderá con nosotros para siempre, ni para siempre guardará su enojo.
Además, tenemos el Espíritu Santo que nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Aun Dios demuestra su amor hacia nosotros a través de su Espíritu, que conoce el corazón nuestro y el corazón del Padre, y aunque nosotros muchas veces pedimos según nuestra voluntad y no la de Dios, él se pone en nuestro lugar y va a al Padre e intercede por nosotros.
Ora: Señor, gracias por mandar a tu Espíritu Santo a interceder por mí. Gracias Espíritu Santo por ser mi consolador, mi ayuda y mi amigo, y gracias por las veces que has ido al Padre por mí, y pedir perdón y favor de Dios hacia mi vida.Agradece. ¿Por qué estás agradecido? Gracias por cada una de las personas que en algún momento ha ido a tu presencia a interceder por mi vida, gracias a ellos hoy estoy de pie, has cambiado tu voluntad hacia mí y me has favorecido.