El poder de tus palabras: Edifica y Transforma
¡Bienvenidos a la serie de 5 días sobre “El Poder de Tus Palabras”! A lo largo de estos días exploraremos cómo nuestras palabras pueden afirmar o negar, edificar y beneficiar, reflejando nuestro corazón, así como cómo también pueden contaminar y dañar. Acompáñanos en este viaje de reflexión y descubrimiento del impacto transformador de nuestras palabras.
Versículo del día: La respuesta amable calma los ánimos, pero la respuesta áspera aumenta el enojo. Proverbios 15:1 PDT.
Meta: Ser prudentes al hablar.
Que nos enseña la biblia sobre nuestras palabras
En devocionales anteriores hemos hablado de ser pronto para oír, tardo para hablar, y tardo para airarse. En el día de hoy hablaremos de un tema de suma importancia, se trata de ser prudente con nuestras palabras y de cómo debemos expresamos con los demás.
La palabra prudente proviene del término “prudentia” en latín, que quiere decir ”proceder con cuidado”. Es una cualidad que engloba las acciones y la manera de dirigirse a los demás de forma apropiada, hablar y actuar con precaución y discreción.
Cuando nos encontramos en un ambiente de estrés, en una dificultad o en una situación adversa, muchas veces nuestra respuesta hacia ese acontecimiento es el enojo, es proferir palabras sin control y moderación alguna. Muchas veces solemos decir las cosas sin pensar en el resultado o consecuencia de aquello que expresamos.
Yo era una persona que no pensaba en las consecuencias y en los efectos que producían mis palabras en los demás, y por mucho tiempo hablaba desde el enojo, muchas veces podía estar todo bien, pero mis palabras siempre eran dichas de forma que lastimaban a los demás, no me daba cuenta de que la forma en que yo pronunciaba mis palabras producían enojo, tristeza, o descontento en los demás.
El impacto de tus palabras a los demás
Recuerdo que una vez fui corregida por el mismo Dios, en un sueño me enseñó como yo trataba a los demás con mis palabras, y me dijo que debía cambiar la manera de expresarme, me enseñó que todo lo que sale de mi boca debe ser para levantar, ayudar, exhortar a otros, y recuerdo que sus palabras vinieron a enseñarme mi error, pero no vino en forma de juicio, sino todo lo contrario, Dios me habló desde el amor. Él mismo fue un ejemplo para mí, en ese momento.
Es decir, todo lo que sale de mi boca produce un efecto en las personas, nuestras palabras tienen poder, podemos bendecir, como maldecir a los demás con una sola palabra. Tratemos de hablar desde el amor, muchas veces juzgamos a los demás sin saber la condición de aquella persona.
En otra ocasión, cuando estudiaba 1 de bachillerato en mi país, recuerdo que yo hablé sin pensar, y le hable mal a un chico de mi curso y él no era ni cristiano, y me dijo mella, tú no puedes hablarme de esa forma porque tú no sabes como yo pueda reaccionar ante esas palabras, es decir, porque yo haya hecho algo de esa manera, tú no puedes tratarme de esa forma. Ese día fui reprendida por una persona que nunca en la vida hubiese imaginado que actuaría de esa manera. Ese día aprendí que mis respuestas hacia los demás debe ser desde el amor, aprendí a ser prudente a la hora de expresarme, porque a veces no media lo que decía, ni como lo decía.
Tal vez, no has pasado por la misma situación que yo, pero tal vez has dicho cosas desde el enojo que no querías decir y después te arrepientes de lo que dijiste por qué en ese momento hablaste por impulso. O puede ser que estés batallando con palabras deshonestas, con palabras descompuestas, pero hoy te invito a reflexionar y a analizar cuáles son los frutos que producen tus palabras en los demás.
Cómo cultivar la prudencia al hablar
Debemos tener cuidado a la hora de hablar y expresarnos, y más como hijos de Dios, porque nosotros somos sus representantes, nosotros modelamos a Jesús, y muchas veces decimos ser seguidores de Jesús, pero nuestras palabras demuestran lo contrario. Hasta el mismo Pedro fue reconocido como un discípulo de Cristo por sus palabras. Y muchas veces el vocabulario de amor, de palabras honestas, palabras virtuosas, y de bendición no está presente en nuestras vidas.
Las personas son juzgadas por lo que dicen, en ocasiones la primera impresión de las personas está en cómo se expresan, y te puedo asegurar que las primeras impresiones son difíciles de cambiar. Y puede ser que seas una gran persona, pero por no haberte expresado correctamente puedes ser rechazado por los demás, ya habrás provocado una mala impresión que será muy difícil de borrar.
Nosotros podemos ser los causantes de nuestra propia desgracia. No des a los demás aquello que no estás dispuesto a recibir. Si lo que das son palabras descompuestas, palabras desde el enojo, pues eso recibirás.
No des a los demás aquello que no estás dispuesto a recibir.
La biblia dice en Proverbios 16:24. “Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos” Las palabras dulces son como panal de miel, a todos les agradan las palabras que son dichas de forma dulce, además son medicina para el alma, es decir, que nuestras palabras pueden curar a otros, una palabra bien dicha puede bendecir, puede sanar a otros.
En este día toma un tiempo para meditar en tus palabras, y trata de que hoy todo lo que digas pueda, levantar el ánimo, pueda fortalecer a otros.
Recuerda. Nuestras palabras tienen poder, seamos prudentes a la hora de expresarnos y dirigirnos hacia los demás.
Ora: Señor, te pido que en este día me ayudes a ser prudente, pon palabras dulces en mi boca, te pido que cada palabra que yo diga pueda ayudar y bendecir a otros.
¿Por qué estás agradecido? Gracias, Señor por ayudarme a ser mejor, gracias, señor por tu amor y misericordia.
“Descubre el poder transformador de tus palabras: edifica, afirma y beneficia. Reflexiona sobre cómo reflejan tu corazón y evita que contaminen o dañen. Acompáñanos en esta serie de 5 días y comparte esta experiencia con otros.”